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miércoles, 13 de noviembre de 2013

REGRESAN LOS DISCOS DE VINILO

En plena era digital, los antiguos discos de viniloregresan para ocupar un lugar en las estanterías de las tiendas de discos y en las bibliotecas personales de los fans, quienes están dispuestos a pagar un poco más sólo para tener esas ediciones especiales.
Debido a la digitalización de la industria de la música, y un crecimiento exponencial de las descargas legales (e ilegales) de canciones a través de Internet, las nuevas producciones se están volcando al viejo formato de discos de vinilo, utilizando tecnología moderna, para que escuchar un álbum vuelva a ser un rito.
Son tesoros redondos en cuyos surcos se descubren canciones y se guardan memorias, y además tienen una fidelidad a prueba de balas entre muchos melómanos, incluso en el sonido.
Los discos de vinilo son de esas posesiones que todos tenemos almacenadas en una caja, al fondo del clóset o junto a la memorabilia de los años mozos de nuestros padres, tíos o abuelos. Si usted nació a principios de los noventa —razón suficiente para dejar de hablarle desde el título de “usted”; como su mayor, me merece respeto—, es probable que no sepa a ciencia cierta cómo se reproduce este arcaico formato musical. Si es así, qué vergüenza.
Sin embargo, eso se corrige con cinco minutos de instrucción, sin la supervisión de un adulto responsable, sólo de aquel que atesora sus acetatos como usted lo hace con sus descargas ilegales. Y le conviene aprender, porque dicen los números de la industria que los manufactura que el apogeo que vivieron los grandes LP (es decir, long play, por su duración) durante casi todo el siglo XX, está de vuelta.
Claro, nunca dejaron de producirse, pues siguen siendo herramienta favorita de dee-jaysen todo lo ancho del mundo —gracias a su sencilla manipulación—, y es parte de las ediciones limitadas de muchas bandas del género alternativo y electrónico. Sólo como dato curioso, el disco gira en la tornamesa en el sentido de las agujas del reloj, y la primera canción es la que se encuentra en el borde exterior; el track final es el que está más cerca del centro. Sólo para aclarar, pues supe de alguien que no tenía en mente la mecánica básica. 
 UN POCO DE HISTORIA
Antes de los acetatos, un inventor francés quería reproducir gráficamente el sonido. Así que creó el fonoautógrafo, a mediados del siglo XIX, que grababa sobre discos de papel una progresión, que no podía reproducir después.
Unos años más adelante, surgió el gran plagiador de la ciencia moderna: Edison, quien después de robarle a Tesla su patente para hacer otra menos interesante (menos práctica, más cara y aburrida) con la energía eléctrica, se concentró en la música, y desarrolló el fonógrafo, el primero en tocar música grabada, sólo que entonces no era con discos, sino con cilindros.
A quien se le ocurrió utilizar un disco de material sintético fue a Emile Berliner a menos de 20 años del cambio de siglo, y, de nuevo, Edison realizó su propia versión y creó el suyo, de cuatro pulgadas y medio de diámetro, que corría a 160 revoluciones por minuto. Y de ahí en adelante, se mejoró el prototipo; a partir de los locos años veinte, la patente de estos productos expiró, por lo que muchos comenzaron a producirlos, reemplazando a los cilindros de Edison.
Poco a poco, hacerse de un disco fue más asequible, así como los fonógrafos, y luego las tornamesas, las almas de muchas fiestas en casa, hasta que el disco compacto llegó al entretenimiento. Diferentes tamaños y duraciones se introdujeron, desde aquellos de siete pulgadas, con cuatro minutos de duración, que sólo se escuchaban de un lado, hasta los de doce pulgadas, con alrededor de 30 minutos por cara.
EL SONIDO
El proceso de grabación de la música en un acetato es tan complicado que parece un acto de magia. Eso de convertir en líneas una sinfonía no cuadra, a menos que un ingeniero nos lo ponga con peras y manzanas, pero si le queda la duda haga clic aquí. En cuanto a la calidad de las grabaciones, le comparto que escuchar una canción desde un acetato puede ser una experiencia más enriquecedora, que hacerlo desde un formato digital, ya que los bajos, batería y sonidos graves le añaden un toque más profundo a cualquier composición. La alta fidelidad, término que se inventó para estos discos, no le pide nada a un compacto o mp3, que si le añade un buen par de bocinas, es posible que cuando compare la “Shine on you crazy diamond” de su CD con la de un LP, encuentre texturas —no, no la del característico scratch o el polvo acumulado— nuevas. 
LO MÁS DIFÍCIL: DÓNDE ESCUCHARLOS
Seguro que de un tiempo para acá, se arrepiente de haber tirado a la basura o mal vendido su tocadiscos. Ya fuera sesentero o uno de esos modulares con doble casetera, lo extraña. Tiene dos opciones: comprar una nueva o una usada. Gracias al boom que viven los discos de vinilo, ya surgen sus reproductores con nuevos aditamentos, como un cable USB para transferir la música a la computadora o un adaptador para el iPod (éste, oéste). De esta manera, se almacena la música, en caso de que se trate de discos que guarda desde hace mucho tiempo, y no gasta los acetatos. Porque eso sí, tocarlos constantemente, como lo hacemos con un compacto, les resta la vida útil. No compre tornamesas con apariencia retro: no duran.
 
 “La industria musical no va a dar pasos atrás, primero porque el material para hacer los vinilos se nos está acabando (petróleo), además de que los reproductores de LP ya no son tan comerciales”, dice Marcus Cassani, antiguo ingeniero de corte de la RCA.
“Estamos regresando, más bien, a esta actividad de comprar el vinil más como un arte objeto.
NOSTALGIA RENTABLE
Para Amaral también es una buena forma de volver al pasado y de dotar a su música de un valor agregado. “Sí en un poco caro producir un vinilo, sobre todo porque las máquinas que los hacían son raras y costosas, nosotros tuvimos que rentar una para poder hacer el nuestro pero, si por mi fuera, yo grabaría siempre en vinyl”, dice Eva Amaral, sobre su disco titulado Hacia lo salvaje.
El ingeniero Cassani considera que el problema no es hacer la grabación como tal, sino realizar la producción del disco físicamente. “Se tiene que hacer el proceso de prensado y grabado del vinilo, lo cual lleva algunas complicaciones teniendo en cuenta que esas máquinas ya no son comunes”, explica.
Hoy en día conseguir un vinilo de una banda reciente y mexicana no es tan costoso como sí se tratara de uno importado y de un artista internacional. En una conocida tienda de discos en México los precios pueden variar, el precio más barato es de 450 pesos, mientras que uno de los más caros oscila entre 800 y 900.
Para algunos coleccionistas o verdaderos seguidores de algunas bandas, gastar algunos pesos extras no es ningún problema, y menos si se trata de un trabajo especial, que suele incluir un arte diferente en la portada y hasta en el disco mismo.
“Los coleccionistas tienen un espíritu de lo tangible, ellos quieren cosas que ocupen espacio, además de que cuando algo se puede romper le da más valor”, comentó el español de Vetusta Morla.
La investigadora Amanda Ghassaei ha diseñado una técnica con la que es posible pasar los archivos musicales que se tienen almacenados en formato digital a un disco de vinilo. Para ello ha utilizado una impresora 3D cuyo resultado final son unos prototipos de discos de 33 rpm que pueden reproducirse normalmente, con las clásicas agujas y sin ningún gasto ni esfuerzo adicional por parte de quien los escucha.
Por el momento, el sonido logrado es de baja resolución, ya que la frecuencia de muestreo está limitada a 11kHz y 6 bits de resolución. En comparación, la frecuencia de muestreo de un archivo MP3 convencional es de 44,1 kHz y su resolución 16 bits. Ghassaei reconoce que la calidad de estos vinilos no es comparable a la de los clásicos, ya que aún debe mejorar aspectos básicos como el sonido. “Este proyecto es mi primera experiencia más allá de la electrónica”, detalla Ghassaei en Instructables.
Para imprimir los discos utilizó una impresora 3D llamada Objet Connex500. Esta máquina ofrece una resolución de 600 puntos por pulgada en los ejes cartesianos X e Y, y 16 micras en el eje Z, unas cifras que se encuentran entre las resoluciones más elevadas en cuanto a impresión 3D hasta la fecha. La investigadora reconoce que “a pesar de esta precisión”, la impresora aún no puede reproducir la resolución de un vinilo real. No obstante, afirma que su esperanza con este proyecto era que a pesar de los defectos, la máquina fuera capaz de general algo reconocible, y así ha sido. El resultado del proyecto puede escucharse aquí.
La calidad del sonido resultante es mejorable pero Ghassaei demuestra con su técnica que es posible trasladar el contenido de esos archivos digitales a un soporte físico y que este a su vez puede ser reconocible por un reproductor convencional. Este experimento es otra prueba de cómo se está investigando con posibles aplicaciones de las impresoras 3D. Prótesis personalizadas y equipos que utilizan material biológico son dos de los campos que parecen tener una mayor proyección de futuro.



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